ARADAK
Josu Okiñena

ARADAK

Josu Okiñena

Año publicación: 2020

Josu Okiñena, piano

Tomás Mugica (1883-1965)

  • Euzkadiko negara

Héctor Tosar (1923-2002)

  • Danza criolla (04:23)

Emiliana de Zubeldia (1888-1987)

  • Esquisses d´une après-midi basque
    • Vers le bois (01:24)
    • L´echo dans la montagne (01:24)
    • Sous le vieux roble (02:15)
    • La petite fleur solitaire (01:41)
    • Un souvenir d´Usandizaga (02:57)
    • Retour à la maison (01:56)

Aita Olazaran de Estella (1894-1973)

  • 5 danzas vascas
    • Larraun 
    • Elizondo
    • Errexa 
    • Argi dantza
    • Ene 
  • Soka dantza:
    • 1 Soka dantza
    • 2 Soka dantza
    • 3 Soka dantza
    • 4 Soka dantza
    • 5 Soka dantza
    • 6 Soka dantza
    • 7 Soka dantza (00:56)

Yiyi Arricivita (s.f.)

  • Niños y música
    • Canción de cuna 
    • Pastoral de navidad

Aita Madina (1907-1972)

  • Danza (06:44)

Nemesio Otaño (1880-1956) arr. Enrique Granados

  • Plegaria

Gabriel Erkoreka (1969)

  • Nubes
Artículo ya en la cesta

Ningún hombre es una isla

Ningún hombre es una isla por sí mismo.
Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo.
Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, 
como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia.
Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me disminuye,
porque me encuentro unido a toda la humanidad;
por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas: están doblando por ti.

John Donne.

Ir recogiendo, compilando, piezas disgregadas para poder recomponerlas luego y así poder entender un mundo propio que de tan íntimo se convierte en coral, en universal. Este fue el trabajo que emprendió el pianista e investigador Josu Okiñena cuando comenzó a recopilar, en distintas partes del mundo, piezas de compositores de origen o influencia vasca. Poder encontrar, también, una parte de su vida, armando una historia íntima que se ha convertido en una especie de mapa del tesoro. Y ese mapa que se va trazando con cada recorrido, con cada pieza encontrada, forma parte del mismo tesoro. Este tesoro que se convierte en patrimonio universal, que no acaba nunca, como tampoco lo hace este recorrido.

Y si somos, como dice el poema de John Donne, “una pieza del continente, una parte del todo” esta búsqueda musical evidencia que no estamos aislados del mundo. Es la demostración de que cada viaje de ida también es un camino que señala el regreso. Y siendo la música el lenguaje universal por derecho propio, esto es particularmente cierto. 

La música vasca lo es por sus raíces, por su origen, por sus influencias y por su tradición que data de la prehistoria. Estas veinte piezas que ha seleccionado Okiñena en su recorrido, y otras que también han salido a su encuentro, cuentan historias de tierras lejanas, mecen cunas rodeadas de vegetación próxima a la selva, a la jungla o el volcán. Como si fueran conjuros para invocar vidas pasadas en cada lugar del mundo donde la diáspora vasca sembró sus semillas.

A Okiñena le gusta multiplicarse en las formas y por eso su metamorfosis viene dada por el temperamento de las piezas que interpreta como si invocara a cada compositor con una pulsión y un lenguaje propios, en una especie de conjuro o comunión saliendo a su encuentro con un temperamento histórico, entendiendo los silencios a través del exotismo de las distancias de ida y vuelta que ha recorrido con su música. De este viaje transformador a través de música recuperada en Uruguay, Argentina, Chile, México, Francia y distintos lugares de España se dibuja la expansión vasca, fundamentalmente en Latinoamérica, a partir del siglo XVI y, posteriormente, en otra migración masiva después de la Guerra Civil Española. Queda en evidencia, por tanto, que esta influencia cultural ha repercutido en la música universal mucho más allá de las piezas reconociblemente vascas recopiladas en muchos países, también se aprecia en la integración de raíces folclóricas vascas en variaciones de música local. Cada uno de los músicos de origen vasco que han partido a otras tierras a buscar oportunidades cuando parecía no haber ninguna esperanza, se han llevado también una parte de su tierra, pero, lejos de disminuirla, han multiplicado su cultura, su influencia y sus tradiciones. Esto se vislumbra claramente en las veinte piezas que conforman este trabajo minucioso de Josu Okiñena, en su mayoría estrenos mundiales que por primera vez salen a encontrar y abrazar a su público como un mar visto con ojos nuevos: que la huella vasca ha quedado sembrada por el mundo.

Entonces no preguntes el por qué de esta música o por quién suena hoy este piano porque, seguramente, aunque no lo sepas, también está sonando por ti.

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